EL PXOM Y LOS HERMANOS MARX
Parece ser que en lo que respecta al Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), si la Xunta no lo remedia, una vez más los perdedores serán los vigueses.
Las tremendas irregularidades de la penúltima versión del PXOM que provocaron el enfado de los vigueses traducido en 61.000 quejas no han sido corregidas sino en aspectos que apenas tienen trascendencia en la generalidad del Plan. Ni ciudadanos ni PSOE han podido romper el monolítico frente defendido numantinamente por PG, PP y BNG a pesar de algunos breves simulacros de negociación que a pocos acuerdos realmente significativos condujeron.
La población, deseosa de que su voz fuera escuchada por aquellos que, teóricamente, la representan incluso ejerció el derecho legal de solicitar un referéndum. Dicha pretensión, avalada por más de 21.000 firmas, no fue capaz de prosperar porque los representantes municipales no lo quisieron. Muchos vigueses nos preguntamos si los dirigentes locales del PP se han parado a considerar si esta decisión es coherente con la actuación de la cúpula de su partido, que en su momento presentó en el Congreso de los Diputados cuatro millones de firmas recogidas a nivel nacional para solicitar un referéndum que avalase sus tesis ante el Gobierno.
Los que defienden el PXOM decidieron sacarlo adelante y lo consiguieron, provisionalmente, aunque para ello tuvieron que actuar casi de tapadillo en contra de la transparencia y de la participación ciudadana que las leyes recomiendan. En esta huída hacia delante, los munícipes ignoraron el informe de un bufete de abogados en el que se hacen patentes graves irregularidades formales y urbanísticas que la prudencia, cuando menos, aconsejaba considerar.
Si la Xunta no lo remedia, estamos, pues, en vías de que se repitan las situaciones judiciales que condenan por ilegales algunas polémicas decisiones del Concello en un pasado reciente. Esperemos que la Xunta de Galicia haga aplicación de la ley, sin desvirtuarla y sin las concesiones políticas que tan de moda están, ya que lo que se juega es el futuro de Vigo y el bienestar de sus habitantes.
Si no fuera por la seriedad de la situación, ante tanto dislate e irracionalidad cabría compararla con las rocambolescas parodias protagonizadas por los Hermanos Marx en sus películas. Todos recordamos aquel pequeño camarote del barco de “Una noche en la ópera”, pleno de confusión, en el que unos y otros iban y venían sin orden ni concierto al igual que ha ocurrido en toda la tramitación municipal del PXOM; o la memorable negociación del contrato de la diva con aquel razonamiento de que “la parte contratante de la primera parte será contratada como la parte contratante de la primera parte”, similar por su “claridad” a las respuestas que los regidores municipales dieron a las demandas de sus administrados; sin olvidar, por último, aquel trepidante tren de vapor del salvaje oeste en el que Groucho pedía a voces “¡madera, más madera!” intentando que su marcha no disminuyera, lo que podría traducirse por “¡chapuza, más chapuza!”, en alusión al cúmulo de parches y sinrazones que una tras otra ha acumulado el PXOM a lo largo de su tortuoso desarrollo. Seguro que si Groucho, Harpo y Chico hubieran tenido la oportunidad de vivir esta situación, habrían rodado su obra maestra teniendo por modelo la tramitación de nuestro PXOM.
Si no fuera por la seriedad de la situación, ante tanto dislate e irracionalidad cabría compararla con las rocambolescas parodias protagonizadas por los Hermanos Marx en sus películas. Todos recordamos aquel pequeño camarote del barco de “Una noche en la ópera”, pleno de confusión, en el que unos y otros iban y venían sin orden ni concierto al igual que ha ocurrido en toda la tramitación municipal del PXOM; o la memorable negociación del contrato de la diva con aquel razonamiento de que “la parte contratante de la primera parte será contratada como la parte contratante de la primera parte”, similar por su “claridad” a las respuestas que los regidores municipales dieron a las demandas de sus administrados; sin olvidar, por último, aquel trepidante tren de vapor del salvaje oeste en el que Groucho pedía a voces “¡madera, más madera!” intentando que su marcha no disminuyera, lo que podría traducirse por “¡chapuza, más chapuza!”, en alusión al cúmulo de parches y sinrazones que una tras otra ha acumulado el PXOM a lo largo de su tortuoso desarrollo. Seguro que si Groucho, Harpo y Chico hubieran tenido la oportunidad de vivir esta situación, habrían rodado su obra maestra teniendo por modelo la tramitación de nuestro PXOM.
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