mércores, 15 de agosto de 2012

FRAUDE ELECTORAL

Nunha democracia falseada, os cidadáns son relevantes exclusivamente mentres son depositarios do seu capital electoral, pero cando a través das urnas exercen o dereito de sufraxio adxudicando o seu voto, nese momento, perden toda calidade desa escala de excelencia, para transformarse nuns insignificantes proscritos, nos membros dun corpo do censo obrigados a pregarse ao mandato dos que revestiron de poder, aínda cando, devir político difira no substancial dos contraídos electorais que orientasen a súa toma de decisión.
Esta descapitalización de valores democráticos, ese empeño pola suxestión, é tendencia asidua entre quen torpemente non chegan asumir que a verdade non é maleable. Con esa predisposición polo cerimonial da confusión, non se logra mais obxectivo que suprimir toda autenticidade á función política, prodigando que se dispare a desconfianza cara a un sector, xa de por se, altamente cuestionado.
Se os cidadáns, teñen cualificación recoñecida para elixir os seus representantes, é obvio, que tal condición lles confire capacidade sobrada para decidir vía referendo, sobre aqueles temas que por razóns conxunturais houbese que determinar como parte allea ao suxeito programático da oferta electoral.
Un político de casta, con arraigamento e hábitos democráticos, non tería a tentación de impoñer a súa decisión unilateral sobre materias que por lexítima lle corresponde decidir ao pleno da sociedade, pois un estado de dereito, sobra dicir, que non é o foro apropiado para satisfacer as aspiracións dos que teñen vocación de iluminados, e cando esta pretensión prospera, o modelo político de dereitos e liberdades terá iniciado a súa descomposición.
Trasladada esta reflexión á nosa actualidade concreta, os feitos poñen de manifesto que o país entrou nunha espiral de deterioración democrática sen precedentes. O detonante foi sen dúbida a reforma constitucional express que conxuntamente o PSOE e o PP referendaron, ao só obxecto de institucionalizar o afianzamento presupostario e outorgar con iso un rol preferente á confianza dos mercados.
 Con aquela desafortunada decisión, non só decapitouse a soberanía popular, senón que se consumou a entrega do poder de goberno á troika, conformada por (Banco Central Europeo, Comisión Europea e Fondo Monetario Internacional), ou o que é o mesmo, estendeuse un cheque en branco avalando as reformas estruturais como única doutrina de reactivación económica.
Aquel paso en falso, resultou mesmo inesperado para os propios mercados financeiros, os que sorprendidos, descubriron que a través da renuncia á dignidade política e coa utilización indebida do potencial electoral, de modo indirecto, serían as urnas, quen sen necesidade de maior presión, referendarían as súas insaciables aspiracións como acredores da débeda, cuxo propósito non é outro que garantir o seu cobramento preferente cunha rendibilidade desmesurada.
Iniciado o procedemento, faltaba consolidar a manobra, e foi o PP, quen por vantaxe electoral concorre aos comicios cun programa para non cumprir, coa agravante de ocultar aos electores as súas verdadeiras decisións políticas. Por iso, aínda a risco de levantar estridencia, é expresivamente correcto afirmar que o presidente Rajoy, nunha xogada indecente, burlou os seus compromisos electorais servindo en bandexa á troika o máis exquisito bocado da súa apetencia. Todo un golpe baixo á democracia, coa finalidade de desmantelar a sociedade do benestar como moeda de cambio para afrontar a factura inducida pola crise do capital.
A situación traspasou todos os límites tolerables. Neste país a democracia está a ser vítima dun ataque de exterminio por parte dunha alianza de intereses, unha coalición política- financeira, decidida a aplicar a táctica de terra queimada para manter a continuidade dos seus privilexios baseados nun enriquecemento desmedido e ilícito.
Despois de trinta e cinco anos de vixencia, os actuais membros do goberno, deberan saber que a democracia é ante todo un exercicio de honestidade, a asunción disciplinaria da vontade popular, cuxa alteración de mandato non se resolve na rúa Xénova senón nas urnas. E mentres estas non falen, a lexitimidade do Executivo é nula no concernente a toda acción ou actuación que difira dos contraídos electorais que facilitaron o seu acceso ao poder.
En democracia non vale o "non hai mais remedio", e moito menos, como tapadeira de privilexios de podentes aliados a custa de recortar o peto e a dignidade da maioría social.
O que está a acontecer neste país, en boa praxe defínese, como fraude electoral.

3 comentarios:

Anónimo dixo...

Se puede decir más alto, pero no más claro... lo triste y lo malo es que con el control que tienen de la práctica totalidad de los medios de desinformación masiva, y con la falta absoluta de autocrítica y razonamiento propio de la inmensa mayoría de sus votantes, la mentira masiva sigue colando, y nos siguen dando gato por liebre... a sus votantes también, aunque siempre seguirán pensando que la culpa de todos sus males es de otros y que sus líderes inmaculados no tienen responsabilidad alguna.
Falta de cultura democrática de este país... porque no se explica que sigan consiguiendo mayorías absolutas en zonas donde la corrupción salpica a centenares de sus dirigentes.... aunque claro, con ayuda del corrupto poder judicial servilista y prevaricador, se suelen ir de rositas, ya se sabe, la justicia es para aplicarla contra los pobres, débiles y desamparados, no para aplicarla contra los poderosos.

UN CIUDADANO dixo...

El artículo no puede ser más claro y conciso. El hecho de que todavía exista un apoyo notable de la ciudadanía ante tanta villanía, habría que buscar su explicación en la connivencia de gran parte de la prensa. Los poderes financieros, los que actualmente están llenándose los bolsillos a costa del ciudadano, son los que están en los consejos de administraciones de la gran mayoría de los grupos editoriales. De ahí, que cuánto más miente el PP, más mantras se inventan. Cuánto más esperpéntica es la decisión del Gobierno, más juegos malabares con las palabras usan sus esbirros de la pluma. Muchos opinólogos, esos que pululan por las tertulias radiofónicas y televisivas, son abrazafarolas al servicio del partido gobernante. Ellos sabrán porqué lo hacen pero de deontología profesional, andan cortitos.
Está claro que la mayoría de los editores están, con la pinza puesta en la nariz, bendiciendo una detrás de otra, cada cagada del ejecutivo como si fuera dogma de fe.
El tiempo les quitará la razón (y no me refiero a ese panfleto fétido del Grupo Planeta) y dirán que cometieron errores como humanos que son... lo que está claro es que están haciendo mucho daño a España con esta connivencia que impide conocer a fondo cada una de las mentiras, sus consecuencias y sus responsables.
La labor de la prensa debe ser otra y no la que está demostrando en los últimos tiempos. ¿Si la prensa nos oculta cosas, de quién nos podemos fiar?. Menos mal que nos quedan honestos resquicios, blogs de profesionales y sobre todo Internet y sus redes sociales. De no ser así, estaríamos hablando de la Edad Media y sus señores feudales.

DEMOCRACIA dixo...

Las mentiras del PP son de todos conocidas. Efectivamente, pienso que su importancia no es la misma estando en la oposición que al frente del gobierno. No es que en el primer caso sean tolerables, es que en el segundo nos pueden llevar, y de hecho nos están llevando, al desastre. Ayer mismo conocíamos la noticia acerca de la evasión de capitales que suma en un año la cantidad suficiente como para que España saldara la mayor parte de sus desajustes económicos. Esto quiere decir que ni los mismos de la derecha creen en la capacidad del actual gobierno.
Lo que realmente me resulta increíble es que la derecha siga ciegamente a sus impostados líderes sin importarle el precipicio en el que, al final, caerán con todos. Porque no olvidemos que el grueso del PP no es precisamente ese porcentaje mínimo de ricos que gestionan el 90 % de la riqueza del país, sino la clase media residual que se siente cómoda con sus ahorrillos y tiene fobia a la palabra socialismo y la mayoría de los miles de autónomos que bregan diariamente defendiéndose como gato panza arriba y que tienen pavor, y con razón, a la palabra impuestos. Digo con razón porque estos son trabajadores que se han creado su propio puesto de trabajo y que cada euro supone un auténtico sacrificio. Mientras, los que realmente se pueden calificar como millonarios, buscan y encuentran sus recovecos para evadirse de sus obligaciones a la hora de contribuir al sostenimiento del estado. En resumen, la derecha siempre será fiel a sí misma, acrítica con los suyos y dispuesta a encontrar vividores y estómagos agradecidos en los contrarios y, como no, dispuesta a comerse entre ellos mismos cuando de beneficios se trata.
Mientras, al otro lado, tenemos a una izquierda que no tuvo ni los reflejos ni la valentía ni la inteligencia para oponerse a la doctrina de los líderes del neoliberalismo: Thatcher y Reagan. Ahora nos encontramos con unas clases trabajadoras en paro, con unas familias que no tienen hijos por temor a no poder alimentarlos, con unos desahuciados deambulando como zombis por las calles y durmiendo en los bancos de los parques o de cualquier sitio, a unas agencias de renting que están dominando el panorama económico mundial, a unos bancos que se han convertido en meros centros de especulación olvidándose de la naturaleza de su función como instrumentos al servicio de la sociedad. Todo ello ocurre después de que la socialdemocracia se olvidara de sus principios y se pusiera las gafas de color amarillo para mirar un horizonte que ya se le hacía irreconocible. Así, toleró lo intolerable. Como consecuencia hemos sufrido en los últimos años un auténtico tsunami neoliberal. Ahora, si queremos que las cosas cambien, tendremos que refundar no el capitalismo, que ya ha demostrado en qué consisten sus refundaciones, sino la socialdemocracia y orientarla en la dirección que nunca debieron abandonar.
¿Mentiras del PP? Por supuesto. Nunca debimos esperar otra cosa. Pero incapacidad de la socialdemocracia que se ha manchado de amarillo tanto acercase a la riqueza.